Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
Todo hombre anhela a una mujer. Sólo a una: la verdadera, la única, la diosa. Él, periodista latinoamericano de apellido Talbek y Luciano de nombre, dispara con tinta hasta convertirse en actor de la propia escena que pareció haber imaginado. Desirée lo seduce en cátedra, se trasluce por el vino y lo acompaña en una irrefrenada marcha por el dédalo se su ser social. Los documentos corren de ministerio en ministerio; artículo tras artículo se ascienden en espiral que cambia de persona. Talbek es Luciano que habla, que se habla, que nos habla siempre observado por una incrédula mirada que lo mira y que nos mira.