“Una tarde yo me tendí sobre
la alfombra y le dije a mi padre
que inventara dos o tres historias
conmigo. Pero él apartó su rostro
y rehuyó mi trato. Dos delgadas
arrugas se dibujaron en su frente.
Y era como si estuviera desnudo
en medio de una gran multitud.
A los pocos días empezó
la mudanza”.