Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
“Una tarde yo me tendí sobre
la alfombra y le dije a mi padre
que inventara dos o tres historias
conmigo. Pero él apartó su rostro
y rehuyó mi trato. Dos delgadas
arrugas se dibujaron en su frente.
Y era como si estuviera desnudo
en medio de una gran multitud.
A los pocos días empezó
la mudanza”.