Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Aunque la lectura de unos diarios siempre deja la sensación de estar invadiendo el espacio íntimo de otro ser humano, existen algunos casos en los que lo revelado es tan personal que sólo podría publicarse de manera póstuma, y sólo bajo el cuidado y selección de un amigo y albacea literario, como hizo Francis King, que seleccionó el material de J.R. Ackerley publicado como Mi hermana y yo.En estas páginas, Ackerley no escatima para describir con crudeza, casi con visceralidad, su tortuosa y fascinante relación con su hermana Nancy, terriblemente sola y celosa de la tía Bunny, al grado de intentar suicidarse para atraer (infructuosamente) la atención de su hermano Joe.