Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
El 11 de marzo de 2011, a las 14:46 horas, Takashi Sasaki sintió una brutal sacudida. Los libros almacenados en su salón cayeron en avalancha y las puertas de la casa salieron despedidas como en una gran explosión. La costa nordeste de Japón acababa de sufrir un devastador terremoto de magnitud 9 en la escala Richter. Pero eso no era todo, apenas una hora más tarde, un gran tsunami de 38 metros de altura dejaría una estela de destrucción a su paso. Más de 15.000 vidas truncadas, más de 3.000 desaparecidos, poblaciones enteras arrasadas y el grave accidente nuclear del la central de Fukushima Daiichi.
A modo de diario, Sasaki narra con naturalidad su día a día en una ciudad fantasma: los problemas de suministros, la desesperante actitud del gobierno, los quehaceres diarios, la sonrisa de su pequeña nieta Ai, la solidaridad de quienes han decidido quedarse. Todo ello le obliga a plantearse problemas más profundos.