Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Hay muchos libros acerca de los grandes acontecimientos históricos de este siglo: revoluciones, guerras, crisis económicas... Pero hasta hoy no había una auténtica Historia del siglo XX que, como esta, los enlace a todos en una perspectiva global. Para abarcar un panorama tan complejo, se requería alguien con la erudición y la sensibilidad de Eric Hobsbawm; alguien que, como él, vivió el siglo: que estuvo en Berlín cuando Hitler fue proclamado canciller y en Moscú después de la muerte de Stalin; que conoció los movimientos revolucionarios de América Latina y convivió en Cambridge con Turing y también con los descubridores de la estructura del ADN.
Este analiza el siglo como una trayectoria cerrada que comenzó en un tiempo de catástrofes (guerras mundiales, crisis económica, revoluciones y fascismo), experimentó una edad de oro y ha acabado en un derrumbamiento. Lo hace con la franqueza de quien, tras la caída del comunismo, ha de explicarse sus propios errores, sin dejar de denunciar los defectos de un sistema que engendra desigualdad y pobreza en un mundo inestable, y con una mirada de una amplitud insólita, que no sólo se detiene en los acontecimientos políticos y en la evolución económica, sino que analiza las transformaciones sociales (la gran revolución que ha cambiado las relaciones entre los sexos y las generaciones), los avances de la ciencia y la tecnología, las mutaciones del gran arte y la formación de una nueva cultura juvenil. Habla tanto de la batalla de Stalingrado como de la historia del cine, de los cambios en la vida cotidiana, la crisis de la familia, el desarrollo de la mecánica cuántica y el significado de la posmodernidad.