El autor sostiene que la economÃa y la literatura tienen puntos de contacto y para demostrarlo aborda los siguientes temas: el origen histórico de la filosofÃa y del dinero acuñado, asà como la postulación bivalente que afirma que las palabras señalan cosas concretas y que el dinero implica la posibilidad de obtener bienes si aceptamos que la literatura es valorable.
El interior de un tren es un lugar perfecto para contar historias. En especial cuando los viajeros más inquietos, tres niños de corta edad que viajan con su tía, empiezan a aburrirse y a preguntar mil cosas a la vez. La torpeza de la mujer para lograr que sus sobrinos mantengan el interés por sus palabras alerta a un viajero, que se ofrece, casi valerosamente, a iniciar una nueva historia. El nuevo contador de historias va dejando ver sus artificios para mantener a los niños interesados: una niña muy buena muy buena, ejemplo de todo lo que debe hacerse, resulta premiada con algo que a cualquier persona le parecería un gran honor.