Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Este ensayo estudia una de las piezas fundamentales en la construcción histórica de una teoría estética materialista en la década de 1930: el par que conforman los textos de Walter Benjamin sobre la reproductibilidad técnica de la obra de arte y la práctica cultural como producción. Plantea la íntima relación que el trabajo de Benjamin (estudiado académicamente de manera habitualmente aislada de las derivas militantes que le son contemporáneas) mantiene en ese periodo con planteamientos de ruptura de otros autores politizados como Bertolt Brecht y Sergei Tretiakov, y hace resonar esos prototipos históricos en las nuevas articulaciones que el arte, la política, el activismo y la comunicación de masas adoptan en el actual ciclo de movimientos aún en curso.
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