La autoflagelación es la mala conciencia de la pasividad y no es fácil de superarla en un contexto en el que la pasividad, cuando no es querida, es impuesta. Estamos siendo manipulados. Sin embargo, el reconocimiento pleno de la fuerza avasalladora de las circunstancias no puede paralizar la lucha por la búsqueda de alternativas dignas. Lo ineluctable de la espera no oscureció el llamado inquebrantable de la esperanza.