El protagonista de esta historia tiene una mascota nada común un mastodonte. Como todos los mastodontes, el suyo es enorme y feroz, y además muy rebelde. Cada vez que le pide algo, Mastodonte le responde ¡No!. Pero cuando su amo grita a todo pulmón ¡Más te vale, Mastodonte!, las cosas cambian y se complican. Y es que no hay nada más difícil en el mundo que domesticar a un mastodonte, aunque también tiene su recompensa.