Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Veníamos de una fiesta de disfraces, cosa ideal, dado que andábamos en el esfuerzo de parecer puras cosas que no éramos para empezar: felices. Emiliano se había vestido de Darth Vader, yo me había embutido en un traje de Gatúbela Habíamos decidido ir vestidos de dos entes negros y cabrones. ¡Somos malos! Malos para estar juntos, malos para crecer juntos, malos con el otro. Después de diez años de vivir juntos, María y Emiliano se separan. Pero, ¿qué fue lo que los alejó?, ¿las manías de cada uno?, ¿la falta de deseo?, ¿la cotidianidad? María, a flor de piel por la ruptura, habla de su dolor, de los cambios, de su independencia, de su familia y amigos y de las cosas que la siguen vinculando con el amor de su vida. La novela aborda de manera íntima y franca el duelo que se vive después de un rompimiento amoroso y la idea de reconstruirse a sí mismo.