Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La metáfora compleja e intimista, el pesimismo
exudado como condena, rasgos humorísticos y un
extrañamiento continuo ante las cosas cotidianas
usadas también como recursos poéticos son las
características principales de los poemas de Arturo
Cosme. En el escenario de la ciudad. estos versos
nos llevan a interior de nosotros mismos, descubriendo
nuestros propios dolores, preocupaciones y ocios
escondidos, a partir de un lenguaje doloroso,
original y al mismo tiempo irónico. La rebeldía de la voz lírica, que sabe reírse de sí misma, es
estática, resignada y se solaza en este tiempo
impregnado de desconcierto, "cavándose el hígado
con una cucharita". Sin perturbar la hierba no puede
leerse en serio, pero tampoco no considerar las
verdades expuestas en sus imágenes.