Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
Fue en una de aquellas jornadas, que en la memoria se te empastaba como un continuo sin descansos y donde las anécdotas se te apelmazaban en el recuerdo, todo perseguido por un sueño que nunca llegaba, que te descubriste, al pie de un cañón y animando a los artilleros a que corrigieran la alzada, tomando la mano de un muerto. Retiraste la mano suavemente, soltando los dedos helados con cariño, como si temieras turbar su sueño y distraer tus pesadillas. Los muertos eran personajes en la historia de cada día. Dormían
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