El autor sostiene que la economÃa y la literatura tienen puntos de contacto y para demostrarlo aborda los siguientes temas: el origen histórico de la filosofÃa y del dinero acuñado, asà como la postulación bivalente que afirma que las palabras señalan cosas concretas y que el dinero implica la posibilidad de obtener bienes si aceptamos que la literatura es valorable.
Queremos espejos que nos muestren cómo somos en realidad: de muchos tamaños y colores, despeinadas, con picaduras de mosquitos, con moños chuecos de tanto jugar y con una sonrisa gigante de gustarnos como somos.