Una característica extraordinaria que encuentra Mariátegui en Chaplin es que el arte de Chaplin es gustado, con la misma fruición, por doctos y analfabetos, por literatos y por boxeadores. Tiene razón. Eso se da hasta nuestros días. Chaplin siempre gusta, siempre hace reir a todo el mundo. Es un arte que traspasa la clases sociales y las fronteras culturales, por lo menos en occidente.