Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La muerte de la madre en un accidente obliga a sus hijos, la Rucia y el Indio, a regresar a su país de origen después de años de exilio para lanzar sus cenizas al río Mapocho. La Rucia poco recuerda de Santiago de Chile, pero es desde su barrio donde puede contar su relato que es a la vez la historia de Chile, de los esclavos que construyen un puente ordenado por el mismísimo diablo, del militar mapuche decapitado que regresa a la Plaza de Armas como símbolo de lucha, de las poblaciones quemadas por los militares pinochetistas, del padre ausente y del historiador suicida.