Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Era la mitad de los años veinte en la Ciudad de México. En la Plaza de la Constitución confluían todas y cada una de las líneas de tranvías y carros de pasajeros, el Zócalo era el centro del comercio, y la ciudad hervía con la apertura cultural y artística.
En el epicentro de este nuevo México despertaba un testigo silencioso que albergaría la vida social, política y cultural del país los próximos setenta años: el icónico Hotel Regis. En una esquina de la Alameda Central, en un edificio de arquitectura art noveau se dio rienda suelta a una vida citadina en ebullición.
Este libro es un retrato del hotel, de las vidas que vio pasar y de los acontecimientos memorables que presenció: la elección de candidatos presidenciales, los desplantes de actrices nacionales e internacionales, la inauguración del Palacio de Bellas Artes y los inicios del periódico Excélsior. Tras sus puertas, en sus habitaciones, en su mítico Capri y en los legendarios baños de vapor, los personajes que forjaron la vida moderna de la Ciudad de México se dieron cita para hacer de un edificio, un emblema.