El autor sostiene que la economÃa y la literatura tienen puntos de contacto y para demostrarlo aborda los siguientes temas: el origen histórico de la filosofÃa y del dinero acuñado, asà como la postulación bivalente que afirma que las palabras señalan cosas concretas y que el dinero implica la posibilidad de obtener bienes si aceptamos que la literatura es valorable.
Todos los relatos de Sherlock Holmes aquí reunidos, tienen un patrón similar La Casa vacía, El Misterio de Lower Norwood, Los Monigotes, Un Drama de familia y Pedro el Negro. Las aventuras están contadas por el doctor, compañero inseparable de Holmes, aunque su participación en ellas se limita a una actuación secundaria, siempre bajo los dictados del detective, admirándolo, siempre dejando patente la superioridad de Sherlock sobre el propio Watson y sobre el resto del mundo, intentando protegerle de posibles peligros. Quien se lleva siempre la peor parte en cuanto a inteligencia se refiere, son los policías encargados del caso, a veces enfrentados a nuestro detective abiertamente y otras con una devoción que raya en el servilismo. Nuestro detective no ejerce por interés económico. Siempre actúa a petición, o bien de un particular en apuros, o bien de la propia policía, incapaz de resolver el crimen. Pero no siempre acepta los casos que se le proponen: Éstos tienen que despertar un interés especial en él, y en la mayoría de las ocasiones, no cobra por ello.