Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La presidencia imperial es un mural histórico de la vieja política mexicana
y también su dilatado obituario. A lo largo de medio siglo y debido al poder extraordinario que detentaron, la vida de ocho presidentes se
proyectó sobre la biografía del país, convirtiéndola, necesaria y fatalmente,
en una biografía del poder. Esos presidentes fueron Ávila Camacho,
Alemán, Ruiz Cortines, López Mateos, Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, De la Madrid y Salinas. Ninguno estuvo a la altura de la historia, pero en esta obra prevalece la intención de comprenderlos. Después de todo, como Octavio Paz afirmó alguna vez, ningún presidente
se propuso deliberadamente hacer daño.