Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
Quien conoce la calle Ámsterdam de la colonia Condesa, en la ciudad de México sabe que ésta no tiene fin por terminar donde empieza, es elíptica, y probablemente no hay visitante que no haya sido engañado alguna vez por su geometría. Se trata de un emplazamiento burlón de la urbe, metafórico de uno mismo e incluso de la propia Historia, recurrentemente cíclica. Ámsterdam es un eterno retorno y Galo, personaje central de esta obra, lo descubre al tiempo que es testigo de los cambios y personajes que habitan en ella desde su nacimiento. Refugiados españoles, sobrevivientes judíos, exiliados latinoamericanos y mexicanos variopintos entran a un juego histórico que refleja al mundo y a una colonia. Galo, con su sabia ingenuidad, vive en una inevitable elipsis de la cual no puede salirse.