Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
La humanidad entera participa en procesos múltiples e interconectados. Cualquier empeño por descomponer en partes esa totalidad, sin rearmarla luego, falsea la realidad. A partir de esta tesis, Eric R. Wolf reconsidera las formas tradicionales de estudiar la historia y plantea que en el proceso de evolución mundial actúan conjuntamente los pueblos occidentales y no occidentales. No se conforma con mostrar la historia de las grandes élites victorianas; también pone al descubierto a la gente sin historia, es decir, a las minorías acosadas y primitivas de campesinos, trabajadores e inmigrantes. Más que víctimas o testigos silenciosos, son para el autor agentes activos de la historia mundial forjada entre los siglos XV y XX.