Las promesas del primer narrador que fue Ricardo Garibay se consolidan en sus novelas de madurez. En ellas pervive un rico contenido autobiográfico y despierta el contraste entre la vejez y la juventud, entre la pura vocación y el dominio de un oficio. Historia de amor fraterno y venganza. Par de reyes es una obra ambiciosa y lograda en su intención, un relato de tiempo ambiguo en el desierto del norte mexicano. Taíb tiene mucho de divertimento: la historia de una sirena imaginaria y el diario fragmentario de días excepcionales abren paso a una reflexión sobre el amor en la vejez. En Triste Domingo narra con precisión la historia de una mujer que, siempre lúcida, ama a dos hombres complementarios en su afecto y carácter, pero separados en cuerpos distintos. Los tres relatos que integran Trío se mueven en registros diversos que lindan con la literatura fantástica. El joven aquel es el reflejo del autor en el espejo del tiempo: la recapitulación de una vida que se agota y pierde el ímpetu para recuperarlo en la memoria. El trío amoroso, constante en la obra de Garibay, reaparece en Lía y Lourdes.
Pasiones pasadas y presentes, siempre constantes, unificadas por una sólida voz narrativa.