La caja X puede ser cualquier cosa: la memoria, la existencia, el deseo, el misterio. Puede ser el poeta mismo, en alusión a una interioridad sensible y una racionalidad innombrable. También La caja X puede ser un reservatorio estético fragmentado cuyos elementos cuentan al menos con quince años de incesante trabajo poético. Esta colección de poemas, osadamente anárquica, encuentra su unidad en la intención de grabar instantes existidos. La evocación fundamental que da sentido al libro encuentra resonancias en la memoria mecanizada de los videojuegos, objetos omnipresentes en la vida del autor.