Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Desde la aparición de las primeras postales en el mundo en 1869, éstas adquirieron gran popularidad entre los viajeros y turistas como medio para intercambiar mensajes breves, saludos, recuerdos, declaraciones de amor o mensajes cifrados durante los conflictos bélicos. Ya a principios del siglo XX eran comunes las tarjetas impresas con grabados de artistas famosos que servían para transmitir saludos o felicitaciones entre la nobleza y los comerciantes. Circulaban también impresiones en serie ilustradas con filigranas barrocas, orlas, guirnaldas y angelotes, que se vendían en los comercios y en las que el comprador podía insertar su nombre, escrito a mano, en el lugar reservado para ello.