Mancebo fue un autor que, de manera consciente, como una voluntad de estilo, cultivó un mundo poco frecuente en nuestra dramaturgia: ficciones esperpénticas, plenas de imaginación y absurdo, donde las posibilidades del lenguaje pasan del fatal desparpajo a la más seria búsqueda de un habla hecha de actualidad y tradición. Por un lado, su teatro evoca a sus demonios familiares --Beckett, Ionesco, Valle Inclán, Jarry, Molière--; por otro, tiene una intuición poderosa, un gran sentido del humor y una inconciencia notables. Las tremendas aventuras de la capitana Gazpacho, teatro rebosante de ingenio verbal y humor rabelesiano, obra capaz de incitar la más delirante fantasía escénica, es la muestra más acabada del arte de este joven autor que desapareciera tan prematuramente en el año 2000. La ilustre capitana y su inefable escudero vuelven a navegar en olas de tinta y papel.