Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Algún tiempo se creyó que la Sumaria relación de la historia general de esta Nueva España desde el origen del mundo hasta la era de ahora, colegida y sacada de las historias, pinturas y caracteres de los naturales de ella, y de los cantos antiguos que la observaron, era, o bien un apretado resumen, o sólo un fragmento del borrador de la inconclusa Historia de la nación chichimeca, la obra más ambiciosa del excepcional historiador Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (ca. 1578-1650). Nada de eso es del todo exacto. Edmundo O'Gorman, quien fijó con aguda erudición el texto de las obras históricas de este letrado texcocano, estableció asimismo que las amenas e informadas páginas de la sumaria relación de la Historia general de esta Nueva España conforman un trabajo de finalidad propia, que su autor quiso poner bajo la protección del prelado a quien lo dedicara, el arzobispo Juan Pérez de la Serna. Encontramos en esta breve relación el deseo de poner de manifiesto una visión del mundo no sólo total sino a la vez compleja y digna de una medida expresión literaria, a la altura de la riqueza de las fuentes que siempre apreció con orgullo Fernando de Alva Ixtlilxóchitl.