Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Con este libro de poesía, en náhuatl y español, Juan Hernández Ramírez obtuvo el Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Mexicanas 2006. El poemario rememora la visión del Anáhuac, cuyo pensamiento folosófico considera que los puntos cardinales eran siete y no cuatro. Inicia con Miauaxochitl, Espiga de maíz, la flor que da sustento al mexicano. El maíz es su carne, su sangre, su cuerpo. La espiga madura es alegría, música y vida. El poemario concluye con Cempoaixochitl, Flor de muerto: es una ofrenda a la muerte, luz solar que alumbra el camino el Miktlán, Lugar de los muertos.
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