Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Rufino Tamayo, considerado como uno de los grandes pintores mexicanos de mayor importancia del siglo XX, desarrolló una faceta totalmente desconocida como fotógrafo, tanto en México como en los numerosos viajes que realizó. Del conjunto de fotografías que tomó destacan las de Nueva York, ciudad que tuvo gran importancia en su obra y en la que vivió entre 1937 y 1949. En Tamayo. Fotógrafo en Nueva York el artista oaxaqueño retrata, en un intenso color (Kodachrome), la modernidad de la ciudad, concentrándose en los puentes que conectan la isla de Manhattan con los demás barrios de Nueva York, el skyline de la ciudad, pero principalmente en imágenes nocturnas de Times Square, participando de lleno en el movimiento de "Early color photography".