En la lectura de Jorge Fernández Granados, la interpretación sensual de la poesía va aparejada a una exploración intelectual que ubica al texto en un tiempo, el del instante mismo de la lectura, y en un lugar, el de la tradición y sus contextos. El fuego que camina no es una antología, pero define un gusto literario y traza un camino de aproximación. No es una panorámica, pero recorre el espectro crítico de su autor. No propone la versión personal de un canon, pero sí señala y separa a diecisiete poetas del conjunto de la poesía hispanoamericana contemporánea y con un cuidado y complicidad, nos los devuelve como un "particular sistema planetario".