Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Las historias de Adrián Curiel Rivera tienen lugar en Madrid. En todas las ciudades del mundo, hombres y mujeres pintan, se enamoran, cambian su vida --par bien o para mal al ponerse una corbata o montar en unos tacones, buscan, se desencuentran, padecen al vecino, logran momentáneas victorias. Sin embargo, en este tríptico Madrid es la forma, la actitud, la secuencia que determina los pasos de quienes la nutren y reviven con sus acciones. La ciudad no es escenario sino personaje, eje que determina las obsesiones de sus fatales enamorados. ¿Cómo logra el autor que el texto no sea una tarjeta postal sino un escenario vivo? "Pintar no la cosa sino el efecto que produce", exigía Mallarmé. Brutal y realista, mágica y sorprendente, la ciudad conjurada por el autor logra semejante hazaña, de tal manera que las caminatas de sus personajes son las nuestras. Noel Madrid del turista deslumbrado sino la ciudad asimilada con sangre, sudor y lágrimas. Historias que comienzan por el final, prosa que teje su fina trama para despistar al lector pero para brindarle, finalmente, el desenlace súbito, abierto al futuro.Vicente Quirarte.