Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Desde hace más de veinte años, Pascal Bruckner disecciona lúcidamente en sus obras los mitos y obsesiones de la sociedad contemporánea. Así, tras la novela Los ladrones de belleza, extraordinaria fábula donde recrea irónicamente los tópicos en torno a la belleza y el deseo --y que le valió el Premio Renaudot en 1997--, Conaculta y Tusquets Editores publican uno de sus ensayos más polémicos.La euforia perpetua rastrea la extraña transformación que ha sufrido la idea de felicidad. Si en la antigua Grecia la "eudaimonia" tenía que ver ante todo con el trabajado dominio de sí y la superación de las pasiones, y para el cristianismo fue siempre un asunto del más allá, Bruckner se pregunta cómo semejante concepción ha podido degenerar en la trivialidad contemporánea que nos presenta, pongamos por caso, la publicidad o ese budismo difuso de tan buena fama. En efecto, desde la Revolución francesa en adelante, y más aún desde el Mayo del 68, se ha difundido una suerte de compulsión casi enfermiza por la felicidad a cualquier precio, hasta el punto de que empieza a surgir una nueva clase de marginación: la de los que sufren. Sensible como pocos a las nuevas patologías sociales, Bruckner no sólo hace un repaso a la reciente historia cultural europea, sino que desmenuza valientemente los lugares comunes del hombre moderno. Contra el deber de ser feliz, he aquí una apología de la vieja idea de la dicha de saber vivir.