Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
A través de la pluma artífice de Ramón del Valle Inclán, insigne figura del modernismo español, las Sonatas cuentan las Memorias amables o andanzas amorosas del marqués de Bradomín, un avezado don juan cuyo sentimentalismo, subvertida devoción y maestría literaria caracterizan esta culminación de la narrativa del autor.
Como alegoría de la vida del protagonista (y aun de su creador), cada novela fue bautizada con el nombre de una de las estaciones del año y se desarrolla, durante la segunda mitad del siglo XIX, en distintos escenarios Italia, México, Galicia y Navarra. Solariegas, refinadas, poéticas, francas (en instantes perversas) e incondicionales de la máxima lo mejor de la santidad son las tentaciones, idealizan una época de amor cortés y de ambientes y personajes de idilio, con un equilibrio preciso y deleitante.
Es admirable, además, cómo la labia y personalidad de natural procacidad del galante místico, como el marqués prefiere llamarse a sí mismo, resultan seductoras no sólo para las damas que pretende, sino también a todo lector inquieto por sus devaneos, los cuales Bradomín recuerda con nostalgia ya en la vejez y el exilio.
Fue mi paso por la vida como potente florecimiento de todas las pasiones uno a uno, mis días se caldeaban en la gran hoguera del amor. Las almas blancas me dieron entonces su ternura y lloraron mis crueldades y mis desvíos, mientras los dedos pálidos y ardientes deshojaban las margaritas que guardan el secreto de los corazones.