Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Hasta hace pocos años existía un hiato en la historia mesoamericana que no se podía explicar satisfactoriamente. En efecto, después de la caída de Teotihuacan alrededor del año 700 DC., y hasta el año 900 D.C., que se atribuía para los inicios de Tula, venían dos siglos en que el dato arqueológico apenas podía responder a las interrogantes planteadas. Salvo la presencia de Xochicalco, en el actual Estado de Morelos y otros asentamientos del Valle de México y áreas cercanas, la verdad es que faltaba información que nos aclarara de manera satisfactoria lo que había ocurrido en ese lapso de tiempo tan importante para el desarrollo mesoamericano.Las siguientes páginas habrán de proporcionarnos este conocimiento. De esta manera, el Corpus Precolombino cumple con la tarea que se ha impuesto de difundir en varios tomos las diversas culturas mesoamericanas. Entremos, pues, en el pasado de estos pueblos cuyas obras han desafiado el paso del tiempo.Eduardo Matos Moctezuma