Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
María Montes siempre llega con demora: se tituló tardíamente de la licenciatura en museografía; también llegó a destiempo al amor, y aun con mayor retraso al desamor; encima, ahora que ya pasaron sus mejores años, quiere ser escritora. Este hecho de tardía devoción por la escritura la llevará por caminos que no pensaba volver a recorrer, y la conducirá a destinos que, sin querer, siempre anheló. La novela de David Martín del Campo ofrece a los lectores una historia sobre la posibilidad de volver a intentar aquello que alguna vez deseamos, deseo siempre latente en el ánimo de las personas. La inocencia de María, enciende en el lector esa chispa tal vez apagada por las elecciones que uno se ha visto obligado a tomar, a veces a pesar suyo.