Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Ruben Darío fue corresponsal del diario La Nación (Buenos Aires) a partir de 1892 y durante los siguientes veinticinco años. De los escritos para las columnas del periódico se desprende Peregrinaciones (1901), compuesto por las crónicas de su visita a la Exposición Universal de Paris en 1900 y de una selección de escritos realizados durante ese mismo viaje por la península italiana.En París, 1900, hemos tomado únicamente el apartado que corresponde a la estancia de Darío en Francia. Mucho se ha discutido si Darío es un "afrancesado" y este libro nos da la respuesta: en la voz del poeta, en efecto admirador, siempre crítico ?también hay que decirlo? de la cultura francesa, resuenan todas las fuentes. El espacio internacional de la feria queda, en la pluma del poeta nicaragüense, atravesado por evocaciones a los raros de la época como Wilde, D'Annunzio y Huysmans, por mencionar algunos.El escritor mexicano Álvaro Enrigue, prologuista de este libro, ha señalado a Darío como el poeta que con el tiempo iba a hacer que el castellano rebasara todos los límites de su flexibilidad natural.