Ensayos de homenaje en el primer centenario del nacimiento del filósofo español, que abordan diversos aspectos de la obra de Ortega. Los cuatro trabajos dibujan con rigor algunos de los horizontes centrales del quehacer filosófico hispánico en el mundo actual.
En Mi vida con la perra, Francisco Hernández explora, juega, ironiza alrededor de una de las afecciones más cotidianas y persistentes en la vida de hombres y mujeres: la depresión. El animal es el tema, el personaje omnipresente en el libro. En el primer poema Hernández escribe:''Nació conmigo pero no tiene edad./ Respira desde hace años bajo las piedras/ y cuando lo decide, se incorpora/ al curso del torrente sanguíneo./ Durante siglos se le llamó/ Melancolía o Bilis Negra./ Ahora se le bautiza con nombres de mujer,/ sus mandíbulas son más poderosas/ y ha hecho del vértigo su principal santuario.''Rafael Torres Sánchez reúne en Bastón de ciego una serie de estampas que van de los recuerdos placenteros a la melancolía. Dicen los editores: ''Al momento de ir leyendo el poemario es posible comprender el nombre que lleva, pues va tanteando -del mismo modo que los invidentes hacen con ese instrumento vital para ellos- los escollos y bordes por los que Rafael Torres Sánchez delinea su escritura".