Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Remontándose al Enuma Elish, el Rig Veda y las Metamorfosis, y concatenando las ideas de autores como San Agustín, Marx, Huxley, Norbert Wiener, Lezama Lima, Ayn Rand y Lipovetsky, Mauricio López Noriega nos sumerge en un referente esencial para comprender cómo Narciso llega a nuestra época y, sumido en la propia contemplación, nos atrae, nos cautiva de manera tal que nos convertimos en uno con él. El mito pasa de ser ficción a ser una realidad.
Como resultado del empoderamiento de los medios, en el vacío generado por la valoración excesiva de la celeridad y de lo trivial, el hombre contemporáneo se tambalea anhelante y apenas consciente de sí mismo, con la mente y los sentidos saturados, aturdidos; ofuscado, opta por el camino inmediato, el del egoísmo, la indolencia y la pasividad: ser uno mismo se ha vuelto un desempeño efímero, sin mañana, un amaneramiento desencantado en un mundo sin delicadeza (Baudrillard). Como respuesta a esta inercia solipsista, La metamorfosis de Narciso propone un camino distinto, una forma de dar muerte al monstruo: volver la mirada y regocijarnos en los dones de las Musas.