Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En pleno siglo XXI podría parecer inconcebible imaginar cómo era la vida años atrás. En tan sólo un poco más de una década, las circunstancias de nuestra especie han cambiado tanto que a las nuevas generaciones les parece abismal la distancia entre nuestros tiempos y aquellos tiempos. Pareciera que los objetos que nos rodean han estado ahí siempre, como si fueran parte de nuestra naturaleza. Rara vez nos preguntamos cuáles son los orígenes de las cosas cotidianas y cuáles son las necesidades que cubren las cosas que han sido inventadas por el ser humano.
Como en Algarabía nos encanta preguntarnos por qué amamos saber, decidimos contar no sólo la historia de los objetos y las prácticas, sino la de nuestra especie y sus manías como los libros, el dinero e inclusive asuntos más conceptuales como nuestras costumbres respecto a temas cotidianos como la Navidad. Esta obra se volvió inevitable para nosotros: las respuestas a nuestras preguntas están aquí, a la espera de que el lector las abra.