Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
En esta obra Cuéllar juega con las preconcepciones de los actores que se originaron con la Commedia dell'Arte italiana y que tuvieron una consolidación en el imaginario popular en los siglos XVII y XVIII a partir de las comedias de Molière y de Goldoni. Las descripciones del autor en esta novela participan de la literatura costumbrista al ofrecer un elenco detallado de las características físicas de los personajes con el fin de que el lector cuente con suficientes elementos para elaborar una imagen concreta en sus generalidades.