Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Don Fernando mira. Mira por la ventana de la casa hacia el jardín, con los ojos abiertos de par en par, con los ojos entornados, con un solo ojo. Don Fernando es un misterio para sí mismo. Tiene la sensación de que ha perdido algo importante, pero no sabe qué. ¿Un calcetín con estrellas rojas y amarillas? ¿Un príncipe de papel? ¿Un minúsculo espejo? Si quieres saber lo que ha perdido don Fernando, debes leer muy despacio. Tan despacio que todo se calme a tu alrededor.