En 1797 aaprecio en Holanda La nueva Justine o las desgracias de la virtud, seguida de la historia de Juliette, su hermana, Escrita por Donatien Alphonse Frocoise de Sade, esta monumental obra horrorizo al mundo como ninguna otra historia de la literatrura.
José María Teclo Morelos Pérez y Pavón (¡uuuf!, qué largo, ¿no?), pacífico párroco de Curácuaro-un pueblo de Michoacán-, no había imaginado que ese 19 de octubre de 1810 volvería a encontrarse con aquel cura que había sido su maestro en un colegio llamado San Nicolás; ahora no platicarían de filosofía sino de la estrategia para lograr la independencia de México. Claro, el del nombresote es el famoso revolucionario del paliacate en la cabeza y el otro era el mismísimo Miguel Hidalgo y costilla. Morelos lo hacía porque desde niño padeció las injusticias de los españoles, lo cual nunca olvidó, ni siquiera en el momento en que lo iban a fusilar, como aquí él mismo nos cuenta.