Al lobo feroz ya nadie le tema. Tiene cicatrices en la panza y Caperucita Roja lo pasea por todo el pueblo con una correa atada al cuello. La abuela, los tres cerditos y todas sus victimas lo persiguen. Pero herido y aún con una correa, un lobo es un lobo. Hay que ser cuidadosos porque cuando el lobo anda suelto en el bosque, nadie sabe lo que sucederá.