Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Todo comienza en 1910, cuando Clarence Wilmot, un pastor presbiteriano de Nueva Jersey, pierde primero la fe y luego la cabeza por el cine, y se convierte en vendedor de enciclopedias. Con él empieza la saga de los Wilmot y sus querellas con Dios. Teddy, su hijo menor, si bien es consciente de que para ser un buen ciudadano norteamericano debe salir al mundo y competir, decide quedarse en su pequeña ciudad y casarse con Emily, joven metodista con una deformación en un pie. De este matrimonio nace Essie, para quien no existe la desilusión ni el miedo y que, convencida de su propia perfección, acaba en Hollywood, donde por un tiempo se convertirá en una pequeña diosa de la pantalla. Y es que, para Essie, Dios no es sino una benigna presencia celestial dedicada a satisfacer sus deseos. Pero ¿qué le espera a Clark, el hijo que Essie ha descuidado, cuando, desafiando a sus antepasados, cae en manos de una secta?