Elemento indispensable en la formación de toda persona culta sigue siendo hoy el conocimiento de las letras clásicas. El autor traza aquà un panorama de la literatura latina sin omitir nada esencial y dando una clara idea de las figuras y corrientes.
16 de septiembre de 1897. Diez de la mañana. Alrededor de la Alameda, en la ciudad de México, una agitada muchedumbre espera el inicio del desfile del día de la Independencia. Todos claman, devotos, cuando la comitiva del presidente Porfirio Díaz aparece al frente de la columna. Todos salvo un hombre, Arnulfo Arroyo, que ya se abre paso entre la multitud. Su propósito es llegar hasta la comitiva, esquivar la escolta, asesinar al dictador. No obstante, abrumado aún por la borrachera del día anterior, Arroyo se abalanza sobre el tirano, le asesta un golpe y es detenido de inmediato. Los interrogantes que el caso plantea no van a ser fáciles de responder: conocemos al autor material del fallido atentado, pero ¿quiénes son los autores intelectuales?; sabemos que el malogrado tiranicida descansa tras las rejas, pero ¿quiénes deciden su fatídico destino?