Marc Slonim proporciona una admiorable introducción pqara los que se inician por los caminos de la novela, el cuento, el teato y la poesÃa rusos y un recordatorio vivificante para los viejos entusiastas de la gran riqueza de esta literatura y de sus más altos representantes.
En la que a todas luces perdurará como su obra maestra, Slavoj iek mide sus fuerzas con Hegel y no solo sale bien librado de semejante «tour de force», sino que probablemente nos ha legado la obra más estimulante de los últimos años
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