Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
¿Viste la cantidad de huérfanos que dejaste, Juan José? ¿Llegaste a pensar algún día que más de un actor y un director llorarían tu ausencia permanentemente? ¡Sorpresa! El enfant terrible se volvió padre después de Edwarda, se hizo maestro y guía. Te reconociste elemento dialéctico, te arrojaste de cabeza al juego de contrarios, a la lucha por ver si el otro pretendía ser el ganador de la palabra, de la imagen, de una ráfaga convertida en mirada para atajar la respuesta. Ése era tu territorio. Sentimos que eras inmortal, Juan José. Tu desmesura sin pausa nos hizo creer que las tenías todas contigo. "Para atreverse a ser así, seguro tiene una salvaguarda", nos engañamos. Pero algo hay de eso. No te irás del todo.