Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Alfredo López Austin, uno de los más destacados estudiosos del pensamiento y la religión prehispánicas, autor de grandes tratados e indagaciones exhaustivas, ofrece aquí una muestra de sus hallazgos. Y lo hace en eltono de quien conversa, con humor y ánimo de entretener,a la vez que movilizando todos sus conocimientos. El conejo en la cara de la luna: Ensayos sobre la mitología de la trdición mesoamericana proporciana una visión variada, accesible y amena de las tradiciones que, desde siglos antes de la Conquista y hasta nuestros días, explican el origen de los nombres propios, los eclipses y las estrellas, o del apelativo "tarasco" ;relatan la fundaciónde Tenochtitlan o la suerte del malvado dios Antón Kristo, sometido por los dioses Santo Tomás y Santa María, pero todavía amarrado a los pilares de la tierra, que aveces sacude causando terremotos; se refieren al cacao, a lo frío y lo caliente, a la mano derecha y la mano izquierda, a nuestros primeros padres. a los tlacuaches y, por supuesto, al conejo visible en la cara de la Luna.