Roland Barthes se propone descubrir una estructura en la existencia de Jules Michelet, es decir, desenmarañar la red de las obsesiones del historiador clásico francés, autor de obras ahora imprescindibles como Historia de Francia, La bruja, El pueblo, El insecto, entre muchas otras.En esa red de obsesiones de Michelet han quedado atrapados temas esenciales del devenir humano y del pensamiento, como la mujer, el sexo y el amor; la justicia, el pueblo y la revolución; la muerte y el sueño; la religión y la sangre, etcétera, pero dichos temas no son asumidos en forma abstracta por el historiador y su crítico, sino como florecimientos o pasiones en la vida y en la historia. Roland Barthes ha tejido también una red en esta obra y los fragmentos que recoge de Michelet logran componer de manera cabal el verdadero rostro del historiador.El riguroso método de Barthes hace de Michelet una auténtica creación que nos lleva apasionadamente al conocimiento profundo, en este caso de las ideas fijas que se apoderaron del espíritu de un gran historiador.
Los trabajos del mar apareció en 1983 en los años transcurridos desde su primera publicación y en la sociedad del zapping, donde todo lo que nace dura segundos y en seguida se pierde para siempre, se ha mostrado como uno de aquellos escasos libros que conservan su capacidad de ganar adeptos para la poesía.
Es una obra de la que el lector puede apropiarse para dialogar en silencio con sus páginas. Los temas de esas conversaciones son innumerables. Quien haga suyos los poemas reunidos en Los trabajos del mar tendrá en las manos la bitácora de un náufrago de la tempestad que fue el siglo XX.
En la botella lanzada al mar, el náufrago ruega a sus posibles salvadores que no lo nombren, que olviden sus señas de identidad, que lo interroguen sin esperar de él confesiones inoportunas, que lo borren si quieren de su memoria y, al mismo tiempo, que lo conserven como el amigo anónimo capaz de compartir la navegación entre las tormentas de nuestro tiempo y la noche del tiempo que se agota.