Alfonso Reyes dijo de Goethe que si pecó por algo fue por querer aplicarlo todo al alcance de los sentidos, negándose a la mano oscura de la matemática o a las abstracciones filosóficas, y agregó: "nunca quiso pensar en el pensamiento, sino sólo en las cosas". Con su jugosa exposición, Alfonso Reyes nos pinta la existencia, obra y contorno del genio creador de Fausto.
Gustav Fechner (1801-1887), pionero de una psicofísica que buscaba establecer una correlación entre los estímulos físicos, las sensaciones y el alma, presenta en La cuestión del alma, menos una definición del alma que consideraciones sobre sus múltiples manifestaciones y la creencia que ellas inspiran. Estas manifestaciones del alma, fundamentalmente tomadas desde la sensibilidad, no son ningún privilegio de los humanos. Retomando argumentos de varios de sus libros anteriores (Nanna y Zend-Avesta principalmente), vuelve a mostrar aquí cómo las plantas sienten sin nervios, y cómo, en tanto brotan, se orientan, eligen, tienen sexualidad, se diferencian y se relacionan, tienen alma. La vida de una planta es más cercana a la de un animal despierto que la de un animal durmiente o de un embrión. Así se desenvuelven los argumentos, por analogías y diferencias. ¡Simples analogías! dirán sus adversarios; sí, meras analogías, asentirá Fechner, pero analogías cuidadosamente llevadas. Analogías ligadas a puntos de vista singulares, a cierta mirada transversal, hasta a visiones Fechner habla de cuerpos y de almas pero redistribuyéndolos hasta límites extremos en un extraño mundo de umbrales.