A principios del siglo XIX, las enfermedades de la sangre se trataban con sanguijuelas. En esos tiempos se reportaron varios casos de una enfermedad desconocida que cursaban con fiebre, inflamación del bazo y sangre lechosa. En 1845, el patólogo alemán Rudolf Virchow la nombró sangre blanca y luego leukämine, es decir, leucemia. a principios del siglo XX se pensó que con los rayos X se había alcanzado la cura de esta enfermedad.